Traducción exclusiva del nuevo relato de la serie The High Republic: Starlight – «Peligro Oculto» (Parte 1)

Traducción por Mario Tormo
Nueva historia centrada en lo que sucede en la Baliza Starlight mientras nuestros héroes se encuentran en sus respectivas misiones. En esta ocasión vemos lo que sucede tras el ataque Drengir que pudimos leer en los cómics de Marvel y En la Osucridad. Escrita por Justina Ireland, esta historia tiene como protagonistas a Velko Jahen y Ghal Tarpfen, a quienes conocimos en el anterior relato Starlight: Primera Tarea (parte uno y parte dos).
Starlight:
PELIGRO OCULTO
(Parte uno)
Anteriormente:
El recuerdo del reciente ataque Drengir en la Baliza Starlight aún pesa demasiado en la memoria de su tripulación. Mientras tanto, la estación espacial se prepara para albergar la conferencia anual de la Alianza Agrícola Galáctica…
Velko Jahen y Ghal Tarpfen iban corriendo por el pasillo que salía del centro de seguridad de la Baliza Starlight en dirección al ascensor más cercano, Ghal presionó el botón que los llevaría al vestíbulo principal con una brutalidad que enmascaraba su angustia interior.
—¿Crees que llegaremos a tiempo de evitar que se hagan daño uno al otro? —Se preguntaba Velko en voz alta.
—Sólo podemos esperar que así sea —dijo Ghal.
En cuanto las puertas se abrieron, salieron del transporte y se toparon con una muchedumbre de diferentes seres.
Mientras se abrían paso a través del griterío de la multitud, Velko se esforzaba por descubrir el motivo por el cual las cosas se habían torcido tanto, tan rápido…
***
Un Día Antes
Todo estaba mal.
Velko miró la pancarta que colgaba sobre el conjunto principal de ascensores que daban servicio a las bahías de acoplamiento principales del Faro Starlight y suspiró. «¡Bienvenida sea la Alianza Agrícola!» proclamaba la tira de tela, con los caracteres en aurabesh bordados en letras verdes brillantes sobre un fondo color marfil.
—Pensé que nos habíamos decidido por el azul —dijo Velko, frunciendo el ceño, mientras comprobaba en su datapad la solicitud del pedido para la pancarta.
—¿Azul? No, ustedes querían verde —el creador de la pancarta, un neimoidiano que era bien conocido por sus hermosos tapices y cortinas, miraba a Velko con el ceño fruncido. El evidente disgusto era palpable—. El controlador Rodor Keen dijo verde, por las plantas. Ergo os hice una hermosa pancarta verde.
—No todas las plantas son verdes —murmuró Velko.
Pero la pancarta estaba muy bien hecha, era majestuosa y grandiosa sin ser excesiva ¿Qué importaba que Rodor Keen hubiera cambiado sus meticulosos planes una vez más? Está claro, él es el jefe de operaciones de la República, responsable de la Baliza Starlight, pero ¿no podría al menos dejar que ella se encargara de la decoración sin entrometerse? Ah, bueno, al menos esta vez no había sido el Jedi Estala Maru.
—Está bien ¿Qué pasa con la mantelería y demás para la cena formal?
—Todo en orden, mi señora, todo en orden —el neimoidiano señaló el grupo de ascensores—. Puedo irme y terminar de colgar los tapices, ¿no?
—Sí, sí, gracias. Dijo Velko, prestando medianamente atención mientras se alejaba para ocuparse de otras tareas.
Todavía tenía una docena de asuntos menores de los que ocuparse antes de que llegaran los delegados. Pero lo más importante era la seguridad para el evento, y eso requeriría una visita al centro administrativo.
Durante los próximos días, la Alianza Agrícola Galáctica celebra su reunión anual en la Baliza Starlight. Después de la destrucción acaecida en el sistema Hetzal y el consiguiente trastorno para las rutas hiperespaciales, esta reunión anual será el primer gran evento que albergará Starlight, solo superado por su ceremonia de inauguración. También será el primer encuentro de la Alianza Agrícola que da la bienvenida a miembros de toda la galaxia, y no solo a los pocos que habitualmente hacían el viaje a Coruscant, donde siempre se celebraba. Con la gente de la frontera preocupada por la seguridad de toda la galaxia, especialmente con la Feria de la República cada vez más cerca, la presión por garantizar que el evento transcurriera sin problemas era enorme. ¿Quién hubiera pensado que tanta gente estaría tan comprometida para mantener felices a un grupo de científicos? Se preguntaba Velko. Aunque no para ella, en Thyrsus, la agricultura siempre había sido considerada como una ocupación llevada a cabo solo por aquellos que eran demasiado cobardes como para defenderse. De hecho, en los últimos días, a Velko se le había hecho ver que no todos los sistemas encontraban la guerra más edificante que el cultivo, y ahora estaba tan decidida como todos los demás a asegurarse de que este evento fuera un éxito. Y eso comenzaba por una seguridad inmejorable.
Velko se dirigió a la oficina de seguridad, optando por las escaleras de mantenimiento en lugar del ascensor. Últimamente había estado relajada respecto a su forma física, y parecía una buena manera de darse también unos momentos a solas para pensar. Últimamente demasiada gente la reconocía como la persona que se encargaba de que las cosas se llevaran a cabo en la Baliza Starlight, o al menos tenía contacto directo con aquellos que podían hacerlo, y a menudo se encontraba interpelada por alguien que le preguntaba por qué no se servía un determinado plato en el comedor, o por qué las luces se atenuaban en un momento concreto, y muchas otras quejas menores por el camino. Algunos días era difícil hacer algo, especialmente cuando todos parecían olvidar que vivir juntos en la Baliza Starlight significaba tener en cuenta las necesidades de muchas especies diferentes.
Pero estaba mejorando mucho en el manejo de las demandas y en explicar a los exasperados funcionarios y visitantes de la República por qué no podía atender ciertas solicitudes especiales.
Después de los primeros dos tramos de escaleras, los muslos de Velko empezaron a arder, y comenzó a correr, disfrutando de la sensación de los músculos trabajando en sus piernas. Cuando pasó por la puerta del quinto piso, se detuvo al toparse con una niña humana de piel morena gruñendo por el peso de una maceta gigante de enredaderas en flor.
No había nada en la maceta que debiese alarmar a Velko. No era raro ver a los jardineros reorganizar las plantas que estaban diseminadas por varios lugares de la estación, pero había algo en estas enredaderas que le recordaba a los drengir. Era ridículo, por supuesto, ya que la planta de la maceta no se estaba comiendo a la chica ni estaba tratando de atacar a nadie, pero todo el mundo estaba preocupado desde que hubo aquella plaga de criaturas en Starlight, no hace tanto tiempo. Y Velko no era una excepción.
—Oye, no deberías haber vuelto aquí —jadeó Velko, sintiéndose sin aliento más de lo debido teniendo en cuenta que había sido una subida tan corta. Realmente tenía que empezar a sacar tiempo para hacer ejercicio.
—Oh, mi mentor me dijo que se suponía que debía llevar estas plantas al comedor y que tenía que hacerlo en unos veinte minutos para asegurarme de que las flores no se marchitaran. Esta es una planta muy frágil, y la humedad ambiental en la Baliza Starlight es aproximadamente del cuarenta y cinco por ciento, que es demasiado baja, pero el jardín de arriba se mantiene a un ochenta y cinco por ciento de humedad, lo que es mucho más aceptable. Además, todos los ascensores estaban ocupados y me preocupaba no llegar a tiempo.
Velko parpadeó mientras la chica continuaba charlando y levantó una mano para interrumpir su cháchara.
—En realidad eso no explica cómo volviste aquí.
—¡Oh, cortocircuité la cerradura! —dijo la chica—. Las cerraduras estándar de la República tienden a usar una equivalencia trenzada del cifrado de Gratton, y el algoritmo de Maben se establece en un pulso de cuatro tiempos. Es extraño, ¿verdad?, que tantas cerraduras gubernamentales en toda la galaxia respondan exactamente a los mismos patrones de datos. De todos modos, no tengo mucho tiempo para explicarlo, pero estaré encantada de enseñártelo más tarde si quieres.
Velko tuvo la extraña sensación de estar cayendo desde una gran altura.
—Lo siento pero, ¿tú quién eres? —Velko se cruzó de brazos mientras la irritación se iba apoderando de ella, y olfateó, consciente del aroma picante de las flores en la maceta que sostenía la niña. Le hizo cosquillas en las fosas nasales.
La puerta frente a la chica se abrió deslizándose, apareciendo un droide niñera de color rosa dorado al otro lado.
—Bueno, Avon, parece que tus cálculos fueron incorrectos porque de hecho te gané. Incluso fui a buscarte al invernadero, donde esta planta debería estar en los próximos ocho minutos. Y me debes una lata de aceite de canuda para mis juntas.
—Avon Starros —dijo la chica con una gran sonrisa, ignorando al droide y respondiendo a Velko—. Estoy aquí con la Alianza Agrícola Galáctica para el simposio previsto. ¡Tengo que irme, pero me aseguraré de usar los ascensores a partir de ahora! —dijo la chica, levantando la maceta y corriendo tras su droide, quien mantuvo una charla constante con la chica mientras las dos se iban.
Curioso.
Velko salió por la puerta inmediatamente después de la pareja, pero no había rastro ni de la chica ni de su droide.
Encogiéndose de hombros ante el extraño encuentro, Velko centró su atención una vez más en prepararse para la llegada del resto de la Alianza Agrícola.
***
Un día después, tras varias rondas de discusiones (o «desacuerdos vocales», como Rodor prefiría llamarlos), todo estaba en su lugar. Cada elemento de Starlight parecía tener un poco más de brillo, y los dormitorios se habían reservado y preparado para más de cien de los botánicos, expertos agrícolas y biólogos más importantes de la galaxia. La comida para tantos invitados extra estaba encargada y preparada con especial cuidado para satisfacer los particulares gustos y aversiones de cada una de las especies. Había carnes y verduras para las formas de vida basadas en el carbono, varias sopas e infusiones vigorizantes para las formas de vida no basadas en el carbono, y suficiente vino como para una gran cantidad de tabernas. Los científicos estarían bien alimentados y descansados, y algunos de ellos posiblemente estarían algo más que ligeramente embriagados.
Pero eso era absolutamente perfecto, porque habían aprendido mucho sobre seguridad después del incidente con el embajador Ceeril. No habría sorpresas. Se habían tenido en cuenta todos los tratados históricos y conflictos.
La Baliza Starlight estaba preparada.
Velko se detuvo en la bahía de atraque y esperó a que las naves comenzaran a llegar. Habían convencido a la Alianza para coordinar sus viajes de manera que el centenar de científicos llegara en cinco naves: una desde Coruscant, otra desde Chandrila y tres desde cada extremo de la galaxia, específicamente desde los planetas Onderon, Ord Mantell y Raxus. Los científicos estarían irritados y de mal humor después de sus viajes, la mayoría de la gente generalmente lo estaba, así que Velko planeaba saludarlos y asignarlos a sus dormitorios rápidamente para que pudieran relajarse antes de la gran cena esa noche.
Nada podía salir mal.
***
Horas más tarde, después de sonreír, hacer una reverencia y saludar a ciento seis científicos agrícolas, Velko caminó hasta el centro administrativo encontrándose a la jefa de seguridad de Starlight, la Jefa Ghal Tarpfen, observando los monitores que iban mostrando alternativamente diferentes imágenes de la Baliza Starlight: las bahías del hangar, el comedor, el jardín de meditación, el vestíbulo, y así sucesivamente. Las imágenes pasaban tan rápidamente que hicieron que Velko se sintiera un poco mareada.
—Me sorprende que puedas hacer un seguimiento de todo lo que está sucediendo —bromeó Velko.
Tarpfen, una mon calamari sin una pizca de humor, tomó un sorbo de una taza con un líquido verdoso y no dijo nada durante un largo rato.
—¿Me estás controlando? Porque son solamente un puñado de científicos —dijo finalmente—. Lo más emocionante que han hecho es caminar por los jardines de meditación oliendo las flores. Que por cierto, todas están floreciendo, tal como querías.
—Ah, tendré que darle las gracias a Castor por ocuparse de eso.
Velko había pensado que estaría bien hacer florecer los jardines para la visita de los científicos, ya que todos eran biólogos y horticultores y cosas por el estilo. Las personas que amaban las plantas seguramente les encantaban las flores, y sería una tarea sencilla para el jardinero. Dado que los jardines de Starlight ya estaban en un horario artificial, no habría sido un gran problema, pero era estupendo saber que habían logrado hacerlo. Unas flores bonitas ocupaban una posición menor en la lista de prioridades cuando había cien personas a las que mantener a salvo, alimentadas y alojadas, pero era un buen detalle de todos modos.
Un sonido como de timbre captó la atención de Velko, y frunció el ceño ante una de las pantallas de más abajo cuando comenzó a parpadear.
—¿Qué está pasando ahí?
Tarpfen se inclinó hacia delante y dejó a un lado su taza de té tarine.
—Parece que un droide cámara detectó una infracción en esta área. Los droides están programados para reconocer más de tres mil tipos diferentes de infracciones agresivas.
—¿Agresivas…? —Empezó a decir Velko, pero no tuvo la oportunidad de terminar.
En la pantalla, un macho ithoriano se abalanzó sobre un amani, quien respondió moviendo la cola y golpeando al ithoriano.
—¡Tarpfen!
—Estoy en ello —dijo la mon calamari, poniéndose en pie y siguiendo a Velko que salía corriendo por la puerta.
***
La pelea había comenzado en el vestíbulo principal, no lejos de los jardines, y cuando Velko y Tarpfen aparecieron por uno de los ascensores cercanos, el ithoriano y el amani estaban enzarzados en un combate en toda regla. Ninguno de los dos decía una palabra. En su lugar, se siseaban y chasqueaban el uno al otro, emitiendo unos sonidos guturales tan feroces como violentos.
Una multitud se había congregado para ver la pelea, y atravesar el gentío se hacía lento. Tarpfen no vaciló. Sacó su bláster y disparó dos tiros dirigidos a los luchadores, derribándolos a ambos.
—No te preocupes. Sólo los he aturdido —exclamó, en respuesta a la expresión de sorpresa de Velko.
—Lo sé, pero ¿disparar a nuestros invitados? —Velko negó con la cabeza—. Eso nunca es una respuesta adecuada.
Aun así, el fuego láser había dispersado a la multitud más rápidamente que los gritos y empujones, aunque Velko no estaba impresionada por la impulsiva decisión de Tarpfen de disparar contra dos seres en medio del vestíbulo.
—¿Preferirías que los hubiera dejado machacarse el uno al otro hasta convertirse en pasta de proteína? —Preguntó la jefa Tarpfen con voz plana.
Velko respiró hondo y suspiró, pero tan pronto como abrió la boca para indicarles a los droides de seguridad que llevaran a los dos luchadores al centro médico, una fornida siniteen de piel amarilla opaca y el ceño fruncido la interrumpió.
—¿Qué significa esto? —preguntó la mujer, con las venas de las crestas de su gran cabeza palpitando con evidente disgusto—. ¿Cómo se atreve a ponerse a disparar indiscriminadamente contra mis colegas?
—Estos individuos se estaban peleando —comenzó a decir Tarpfen, pero Velko se interpuso entre las dos mujeres y le hizo una pequeña reverencia a la siniteen.
—Mis disculpas, pero la Jefa Tarpfen tiene razón. Soy la administradora Velko, ¿puedo ayudarla de alguna manera?
—Ah, Velko, la persona que estaba buscando. Soy la profesora Sh’nar Qwasba, la actual presidenta de la Alianza Agrícola Galáctica. Me temo que acabo de llegar y no he tenido la oportunidad de ponerme en contacto con usted antes. Estaba convencida, hasta ahora, de que la acogida en Starlight estaba siendo excepcional, pero luego mi asistente me dijo que mis colegas estaban peleándose en el vestíbulo.
—Sí, es por eso por lo que han sido, um, reducidos. Vamos a hacer que los lleven al centro médico.
—Y luego serán detenidos hasta que comprendan que la Baliza Starlight tiene una política de tolerancia cero con las peleas —intervino Tarpfen.
—Andar disparando a civiles quizá sea algo extremo, ¿no? —Dijo Sh’nar con aplomo y expresión de disgusto.
Velko estaba de acuerdo, Tarpfen debería haber mostrado más moderación, pero cualquiera de los dos podría haber matado al otro si la jefa no hubiera intervenido.
—Fue la mejor elección en ese momento —dijo la mon calamari, parpadeando.
—¿No es para eso para lo que sirven los droides de seguridad? —Preguntó Sh’nar, cruzando los brazos.
—Los droides no siempre son los mejores evaluando situaciones que cambian rápidamente, no sé si me entiende —dijo la jefa Tarpfen—. Fue mucho mejor para sus colegas recibir un disparo aturdidor.
Los droides médicos, y mas personal, llegaron al lugar de los hechos para atender a los luchadores heridos. Lo que incluyó a Okana, a quien Velko saludó con la mano. La médica ovissiana verde pareció estar muy interesada en la discusión entre la jefa Tarpfen y la profesora Qwasba, pero centró su atención en los heridos cuando los subieron a las camillas.
—Profesora, ¿quizá querría acompañarnos al centro médico? Una vez que se reconozca a los dos infractores, les tomaremos declaración y los pondremos a su disposición —aseguró Velko a Sh’nar—. Estoy segura de que sea lo que sea lo que los llevó a pelearse fue un pequeño desacuerdo, ya que dijo que son viejos amigos.
Antes de que Velko pudiera añadir algo más, la jefa Tarpfen levantó la mano hacia el comunicador que llevaba alrededor de la sien. Sin decir una palabra y apenas asintiendo a Velko, Tarpfen salió a correr hacia el ascensor más cercano.
—¿Y a dónde va? —preguntó la profesora Qwasba, desconcertada.
Velko no respondió. Estaba escuchando la misma alerta del maestro Estala Maru por su auricular.
—Todos los Jedi y personal de seguridad, diríjanse al comedor inmediatamente. Disturbios en curso. Esto es una emergencia.
El estómago de Velko se encogió de miedo mientras corría tras Tarpfen, recordando a la chica que había estado transportando las extrañas enredaderas a aquel lugar. Plantas que le habían recordado a… ¡los Drengir!
CONTINUARÁ…
En el próximo número de la revista Insider veremos desatarse la violencia en la Baliza Starlight, con la Parte 2 de «Peligro Oculto», escrita por Justina Ireland. Si queréis leer los relato anteriores tenéis los enlaces a continuación:
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