Phil Tippett y su obra maestra Mad God

Por Jose Alabau Casaña
¡Hola, bibliotecarios! Hoy vamos a hablar sobre Phil Tippet, artista que participó en la creación de los efectos visuales de la Trilogía Original, y, de paso, comentar su obra maestra, Mad God, estrenada en 2021 tras la friolera de treinta años de producción. Y es que el título, traducible como «El dios loco», no podría ser más acertado, al ser Tippett el creador absoluto de este cosmos animado.
Phil Tippett
Nuestro protagonista nació en 1951 en Berkely, EEUU. De pequeño, quedó impresionado con la película Simbad y la princesa (The 7th Voyage of Sinbad, 1958), del maestro del stop motion Ray Harryhausen, lo que marcaría su carrera artística. En 1975 fue contratado por George Lucas para que se incorporara a la recién fundada Industrial Light & Magic, empresa que estaba desarrollando los efectos visuales de Una nueva esperanza. En esta película, Tippett se encargaría de la creación del ajedrez holográfico, conocido como dejarik. Tras el estreno, participaría en Piraña (Piranha, 1978), pero el salto en su carrera se produjo realmente con el Episodio V, y es que para El Imperio contraataca, el equipo de Phil Tippett recuperó una vieja técnica de animación de los años 20, creada por el artista Ladislas Starevich.

Bautizada para la ocasión como go motion, se trataba de una evolución del stop motion, en la que el objeto se fotografiaba con un ligero movimiento, de manera que la imagen no quedara nítida, adquiriendo un desenfoque de movimiento que le diera más realismo. Esta técnica es más compleja, ya que necesita de una serie de varillas metálicas con motores conectados a un ordenador para almacenar todas las posiciones. El primer uso moderno, como decíamos, fue en el Episodio V, para animar los tauntaun y los AT-AT imperiales sobre la superficie de Hoth. La primera película no galáctica en la que empleó esta técnica fue en El dragón del lago de fuego (Dragonslayer, 1981), y, tras el cierre de la Trilogía Original —obteniendo el Oscar como logro especial por efectos visuales de El retorno del Jedi—, realizaría el cortometraje de diez minutos Prehistoric Beast (1984), con el que fundaría su propia compañía: Tippett Studio. Este corto sería reutilizado en el documental Dinosaurios (Dinousaur!, 1985), ganando el Emmy a los mejores efectos visuales. Otras películas en las que se animaron criaturas con go motion fueron: El secreto de la pirámide (Young Sherlock Holmes, 1985), Howard: un nuevo héroe (Howard the Duck, 1986), El chico de oro (The Golden Child, 1986), Nuestros maravillosos aliados (Batteries Not Included, 1987), Willow (Willow, 1988), Los caraconos (Coneheads, 1993) y Parque Jurásico (Jurassic Park, 1993).
Esta última película, que le dio su segundo Oscar a los mejores efectos visuales, supondría el final de esta técnica —irónico, tratándose de un guión que abordaba la desaparición de las especies, como él mismo apuntaría con su célebre frase «Me he extinguido»—, ya que los gráficos por ordenador estaban lo suficientemente desarrollados como para obtenerse resultados mucho más rápidos y realistas. A partir de ese momento, Tippett Studio se reconvertiría en una empresa más del sector de la animación por computadora —famoso es su trabajo para Las brigadas del espacio (Starship Troopers, 1997)—, aunque seguiría usando la técnica del stop motion en momentos puntuales, como fueron el caso del tablero de dejarik en El despertar de la Fuerza, o el monje b’omarr en El libro de Boba Fett.
Mad God
Phil Tippett comenzó a dar forma a esta película mientras trabajaba para los efectos visuales de RoboCop 2, estrenada en 1990, pero el cambio de paradigma que supuso la llegada de los efectos realizados por ordenador, con la mencionada Parque Jurásico, hizo que dejara el proyecto abandonado. Veinte años más tarde, y animado por su equipo, que le ayudaba los fines de semana, retomó la película hasta finalizarla en 2021, siendo proyectada en el 74º Festival de Locarno, Suiza. En España, por ejemplo, pudo verse en el Festival de Sitges del mismo año, de manera presencial y online. Actualmente puede verse en el servicio norteamericano de streaming Shudder, el cual, dependiendo del país, está disponible en algunas plataformas.
En cuanto a las técnica empleadas, aunque la mayor parte del metraje está realizado con stop motion, también hay filmación con actores reales y efectos generados por ordenador, pero integrados con tal sutileza que, pese a ser un proyecto realizado durante tanto tiempo —con las evoluciones tecnológicas que esto implica—, el resultado es bastante homogéneo para los ochenta y tres minutos que tiene de duración.
La historia se sitúa en un futuro lejano, en el que la humanidad ha degenerado tras el desastre nuclear y el mundo está poblado por todo tipo de criaturas. Además, capa tras capa, como si fueran los infiernos de Dante, la Tierra se ha convertido en una superposición de hábitats y microcosmos.
La película arranca con la funesta cita bíblica del Levítico 26:27-32, referencia a la Torre de Babel como origen de todos los conflictos, tras la cual, el protagonista, un soldado ataviado con una máscara antigás y un maletín con una bomba, es enviado hasta el nivel más inferior. Pero tras descender y recorrer varios escenarios, no podrá alcanzar su objetivo, ya que será interceptado.
Esto sería, a grosso modo, lo que podríamos considerar como un pequeño argumento de partida, ya que la trama, o bien la ausencia de esta, va construyendo poco a poco un mundo más complejo y caótico, en el que cada personaje y ecosistema están a merced de otro superior. Al mostrarse tantas escalas distintas, podemos ver las miserias de unos y otros, la repetición inexorable de los ciclos de la vida y la muerte —unas veces con sentido y otras de manera arbitraria—, la combinación de desechos y excrementos, todo ello en una turbia mezcla entre lo orgánico y lo tecnológico, degenerando en pesadillas lovecraftianas, como si todo fuera un sinsentido, obra de un dios loco.

Hay que tener en cuenta, además, que estamos ante una película experimental, en la que, pese a que intuimos que detrás de todo hay un hilo conductor, la historia se construye mediante la yuxtaposición de escenarios y criaturas, desarrollados todos ellos a lo largo de los citados treinta años, por lo que es difícil enmarcarla en una estructura convencional. Siendo honestos, esta película puede ser la obra más repugnante, asquerosa y malsana que veáis en vuestra vida, y, al mismo tiempo, una de las más reflexivas y filosóficas, ya que podría encuadrarse dentro del selecto grupo de obras que tratan a la humanidad desde su inicio hasta su final, como 2001: Una odisea del espacio (2001: A Space Odyssey, 1969) —y no solo por el uso explícito de los monolitos—, El árbol de la vida (The Tree of Life, 2003) o la franquicia Neon Genesis Evangelion (Shin Seiki Evangerion, 1995-2021).

¿La vida tiene sentido? ¿Estamos atrapados en un bucle eterno? ¿Todo es obra de un demiurgo desquiciado? Que cada uno elija su respuesta. Por nuestra parte, esperamos que este breve repaso a la obra de Phil Tippett, artista clave de la Trilogía Original, e historia viva de Hollywood, así como la reseña de su obra maestra, Mad God, os haya gustado. Avisados estáis de que si queréis ver esta película, tiene que ser con la digestión hecha, ya que no es para estómagos sensibles.
¡Que la lectura, y el dios loco, os acompañen!
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