Traducción del primer extracto de la novela Star Wars Shadow of the Sith

Traducción por Alex Randir

«Hubo una explosión, más bien como un trueno, y todo se volvió negro. La brisa cesó, el aire quedo y cálido. Luke respiró hondo y pudo probar el polvo seco en su lengua cuando se dio cuenta de que ya no estaba sentado en la Piedra Vidente. Tython se había ido.
Miró hacia abajo. Ahora estaba de pie sobre tierra negra, compacta, agrietada, perlada de un polvo que se arremolinaba alrededor de sus botas.
Levantó la vista. El mundo era negro y seco, el cielo oscuro y lleno de agitadas nubes negras, iluminadas por destellos constantes de unos rayos que alcanzaban directamente el suelo. No podía saber si era de día o de noche – el lugar era claro y oscuro al mismo tiempo, la vasta y plana llanura de piedra negra se iluminaba uniformemente desde un sol que no estaba allí.
Luke respiró hondo. El sabor se hizo más intenso en su boca. Sus ojos ya se estaban secando. La atmósfera, el suelo, el lugar entero era tan viejo y estaba tan desecrado.
Supo inmediatamente dónde estaba. Había estado allí muchas veces recientemente, el escenario de las pesadillas de sus visiones.
Sólo que ahora conocía su nombre.
Este era Exegol, el mundo oculto que los Sith sólo susurraban en textos antiguos. Un lugar sólo alcanzable mediante un buscarrutas.
Y… ¿mediante la meditación? Luke dio un paso adelante, encontrando el suelo sólido y definitivamente real bajo sus pies. Caminó en un pequeño y lento círculo con los ojos fijos en el horizonte. Un relámpagó destelló, iluminando las zonas más lejanas de la llanura, revelándola como un lugar sin rasgos y muerto.
El mismo lugar que sus visiones, sí, pero esto lo percibía… distinto.
Esto parecía real.
¿Podrían haberlo transportado hasta allí? Luke frunció el ceño. Su mente y su corazón se aceleraron a la par. Es cierto que no conocía el alcance total de los poderes de la Piedra Vidente. Había investigado el lugar durante años, pero en realidad nunca la había utilizado para su antiguo propósito: entrar en comunión directa con la Fuerza. Sabía que se había convertido en un poderoso Jedi, qué potencial sin parangón todavía contenía en su interior a pesar – o quizás a causa de – sus años de autoaprendizaje sin Maestro.
¿Lo había hecho? Tenía el holocrón, o lo que quedaba de él, y los cristales kyber. ¿Quedaba lo suficiente del núcleo de datos del holocrón para que la Piedra VIdente hubiera podido leerlo, de alguna manera, llevándolo donde su propietario original no había podido llegar tantos siglos atrás? ¿Y qué pasaba con los cristales kyber? Resonaron en la Fuerza, sus propias estructuras vibrando de forma natural y simpática con ella. ¿Fueron los catalizadores que hicieron posible el viaje? ¿Era eso lo que el piloto original había intentado, combinar dos formas muy diferentes de poder Sith para sobreponerse a la falta de un verdadero buscarrutas?
Fue entonces cuando una pregunta mucho más importante penetró en la cabeza de Luke.
¿Podría volver a Tython?
Entonces giró, agachándose instintivamente cuando algo rozó la capucha de su túnica lo suficientemente fuerte como para mover la pesada tela sobre sus hombros. No había nadie detrás de él. Volvió a girar en círculos. Estaba solo en la llanura, el aire en perfecta quietud, el cáustico sabor agrio cada vez más intenso en su boca.
Otra vez. Algo rozó más allá de él, esta vez con una ráfaga distintiva del seco aire y el sonido de los pies de alguien raspando el duro suelo. Luke se volvió a agachar, moviéndose unos metros de su posición original. Miró abajo y vio pisadas en el polvo – era una mera impresión, pero suficiente como para ver sus propias huellas.
Y las de alguien o algo más. Dos grandes arcos, no huellas, sino los signos de algo que fue arrastrado por el suelo, en lados opuestos donde Luke acababa de estar de pie.
Miró hacia arriba, volviéndose lentamente para verlo todo a su alrededor. No había dónde ocultarse. No había rocas, edificios, nada. Luke podía ver el vacío horizonte de lado a lado.
El relámpago destelló de nuevo y lo vio, sólo durante un instante en que fue iluminado por la tormenta eléctrica. Una figura, a bastante distancia de él, quizá cien metros. Y después se había desvanecido antes de que Luke pudiera distinguir alguna facción o forma.
«¿Hola?», gritó, sintiéndose algo estúpido. Volvió a intentarlo. «¿Quién está ahí?».
De nuevo el sonido, ahora más alto, y notó que algo le empujaba por la espalda físicamente. Siguió el movimiento para mantener su propio pie, avanzó un poco más lejos, luego giró, su mano asió el sable láser de su cinturón y lo presentó con un movimiento suave y fluido. Hizo una pausa. Los pies extendidos, el peso bajo, la posición defensiva era tan instintiva, tan automática para él como respirar.
Luke estaba rodeado. Eran altos y delgados. Nueve de ellos. Nada más que espectros, nada más que sombras. Fantasmas altos y delgados, sus cuerpos curvados y arqueados con el nuevo viento que se había levantado, un viento que soplaba a través de la llanura negra cambiando constantemente de dirección.
Luke asió con fuerza su sable láser y pulsó con el pulgar el activador. Con un zumbido abrasador la hoja verde se encendió, iluminando un gran círculo alrededor suyo y de los espectros, iluminando el polvo ceniciento que se arremolinaba en el aire como un halo.
Se preparó. Estos no eran fantasmas, sombras o espectros. Eran muy reales. Con cada destello de los relámpagos del oscuro cielo sobre ellos, los espectros se iluminaban con formas sólidas y tridimensionales, vestidas de negro, con sus caras ocultas mediante vendajes.
Era desorientador. Luke entrecerró los ojos mientras se concentraba, los enemigos a su alrededor confundiéndose con las ondulantes y translúcidas sombras y sus propias figuras humanoides sólidas.
Comenzaron a rodearlo. Se mantuvieron a la misma distancia de Luke que entre ellos mientras se movían, manteniendo todos ellos su postura, mirando hacia ese intruso que había llegado a su mundo. Luke, en equilibrio sobre sus pies, ajustando sus dedos y reajustando el agarre de su sable láser, estaba listo para el ataque que sabía que iba a llegar mientras sus pensamientos se arremolinaban.
¿Cómo he llegado aquí… y cómo vuelvo?
Y entonces los espectros, moviéndose al unísono como si una comunicación invisible e inaudible hubiera pasado entre ellos, alcanzaron las túnicas que en un instante eran de ceniza y en el siguiente de un tejido pesado, y sacaron sus propios sables láser.
Luke, con sus años de experiencia, de aprender a dominar sus emociones y controlar sus actos, no permitió que la visión de esas nueve armas lo sorprendiera. Estaba en Exegol, el mundo Sith, el corazón de las tinieblas. Se había atrevido a ver el planeta con la Fuerza y ahora estaba aquí, físicamente de verdad, enfrentándose a nueve encarnaciones del Lado Oscuro que claramente pretendían que su existencia continuase permaneciendo oculta.
Los espectros levantaron sus sables láser y los activaron. Luke no escuchó su ignición tanto como la notó en su interior, el sonido familiar y de alguna manera agudo y distante, un recuerdo medio olvidado en lugar de una sensación física real. Los espectros levantaron sus filos, listos para encontrarse con el de Luke. Pero no eran nada. Meros contornos negros contra las figuras negras de pie en un suelo negro bajo un cielo negro. Pero cuando volvió a brillar un rayo las nueve cuchillas se invirtieron en un destello negativo de color blanco que hizo que unos puntos de luz danzaran en los ojos de Luke. Aturdido, el control de Luke se debilitó por un instante, y dio un paso involuntario hacia atrás.
Era lo que los espectros habían estado esperando. Se lanzaron hacia él en silencio, sus túnicas de ceniza sombría desintegrándose en el viento mientras se movían, sus cuerpos volviéndose insustanciales, materia hecha partículas que se desvanecían con la brisa. Entonces otro relámpago brilló, y Luke se encontró rodeado por nueve figuras muy reales, muy sólidas, vestidas de negro que blandían sables láser de una imposible y cegadora luz.
Impulsado por su instinto, guiado por su conexión con la Fuerza, Luke detuvo los dos primeros golpes, su propio sable de luz conectó con el de sus enemigos en una familiar salpicadura de energía. Pero cuando el rayo crepitó de nuevo, Luke pronto se dio cuenta de que estaba, efectivamente, luchando ciego, su visión nada más que un montón de puntos púrpura y de manchas rojas.
Pero Luke Skywalker no entró en pánico, no tuvo miedo. Desviando otro ataque, Luke cerró los ojos y dejó escapar un suspiro. No necesitaba los ojos para ver a sus enemigos. Todo lo que debía hacer es mirar en su interior, sentir la Fuerza fluyendo a través de él, percibir su conexión consigo mismo, con la galaxia y con todos los seres que vivían en ella.
Soy uno con la Fuerza, y la Fuerza está conmigo.
Detuvo perfectamente el siguiente ataque. La respuesta de Luke también fue un ejemplo de libro de la forma de combate Jedi.
Pero, entonces, su arma atravesó… la nada.
Luke no abrió sus ojos, simplemente bajó la cabeza, girando sobre sí mismo para contrarrestar los ataques que venían del otro lado mientras se concentraba, intentando entrar en un estado casi meditativo para poder propiciar un ataque en lugar de dejar simplemente que la Fuerza le guiase a través de una defensa pasiva y automática.
Y entonces flaqueó. Su ceño se frunció en su cara mientras intentaba alcanzar la Fuerza y…
No había nada. No había conexión. No había sensación. Era como si todavía estuviera quieto en Tython, en la Piedra Vidente, en el centro de una gracia donde la Fuerza giraba en torno a él, pero no en su interior.
Los seres a su alrededor, nueve espectros sombríos con hojas de luz y oscuridad, no existían en la Fuerza. No tenían presencia ni forma.
Era imposible.
La Fuerza conectaba toda la vida de la galaxia, pero también rodeaba y penetraba en lo inanimado. Los objetos – las rocas, planetas, naves, droides, todo – tenía su presencia en la Fuerza, o más bien una ausencia que podía percibir tan intensamente como si fueran cosas vivas.
Pero los espectros no eran nada. Luke no podía percibirlos en la Fuerza en absoluto.
Se volvió a la izquierda y luego a la derecha, su sable se movió hacia arriba y luego hacia abajo, desviando tres golpes más. Pero estando ciego y sin siquiera poder percibir a sus oponentes, era incapaz de atacar. Bien podía estar dando golpes aleatorios al aire a su alrededor.
Eso era lo que estaba haciendo. Abrió los ojos, entrecerrándolos por los destellos de los relámpagos y los abrasadores barridos de las hojas de los espectros. Su propio sable láser era lo único familiar, el único color de su pesadilla.
Pero ese fiel sable no podía hacer nada contra los espectros. Bloqueó un golpe y sus ojos y cerebro empezaron a ajustarse, ligeramente, con el mundo desorientador que lo rodeaba. Hizo un ataque alto y luego bajo, evitando por completo la cuchilla de su oponente. Pero su arma pasó a través del espectro, arrastrando una estela cenicienta tras de sí iluminada por el verde brillante de la espada de Luke.
El espectro ni siquiera pareció darse cuenta. Levantó su hoja y Luke la detuvo, la detuvo de nuevo, se agachó hacia los lados y paró otro golpe que venía desde su izquierda, movió su espada hacia la derecha para contrarrestar otro, y luego talló una serie de ataques en círculo que deberían haber cortado a los tres oponentes que tenía frente a él en tiras.
Su hoja no encontró resistencia – al contrario, el espectro que tenía justo frente a él avanzó hacia su ataque, aparentemente ignorante o sin preocuparse de la posición de la hoja de Luke.
Luke no dejó de moverse. Esquivó la hoja sombría del espectro incluso aunque pasó através del propio ente, la nube de ceniza y polvo acumulada en una gruesa capa por toda su cara, cubriendo su piel, su lengua, llenando su boca con el sabor de un metal caliente. Ahora, detrás del grupo, se volvió, y trató de presionar un ataque a su espalda, girando su sable láser a la izquierda, a la derecha y de nuevo a la izquierda, bloqueando el envite de una hoja de sombras mientras un espectro se volvía como un torbellino de humo negro que alzaba su arma. Una vez más, el sable de luz chocó contra el otro, la luz verde se encontró con la hoja de sombra y Luke pudo sentir la sacudida a través de la empuñadura de su propia arma. Pudo ver la efervescencia de la energía mientras su hoja se deslizaba a lo largo de la longitud de la de su enemigo, antes de que el espectro se alejase en una dirección y él en la otra, ambos girando para cortar en un ángulo agudo. Las hojas volvieron a encontrarse, escupiendo un estallido de plasma esta vez, como si los espectros estuvieran jugando con él. Durante un instante sus armas eran reales, y al siguiente una mera imitación sombría de la realidad.
Sintiendo ese cambio, el siguiente golpe de Luke fue lo suficientemente poderoso como para derribar la otra hoja y rápidamente dio su respuesta, directamente a través del cuello y el torso de la aparición.
Una vez más, su espada no encontró nada. La forma de la sombra se separó como humo, incluso cuando un rayo destelló de nuevo y el ser era tan sólido como el propio cuerpo de Luke.
Luke volvió a mover su arma, una y otra y otra vez más, haciendo un barrido sin intención o diseño particular algunos salvo para mantener a los nueve espectros a distancia, centrado ya no en pelear, sino en encontrar una salida.
Las apariciones presionaron su ataque, la hoja de Luke pasó inofensivamente a través de ellos. A medida que se acercaban cada vez más, levantaron sus sables de luz de nuevo, actuando juntos como unidos telepáticamente, listos para efectuar su golpe de gracia.
Nueve hojas contra una. A Luke no le gustaban esas probabilidades, pero se preparó igualmente.
Los espectros atacaron, las nueve hojas de sombra blandidas por nueve brazos de sombra cortando con gran velocidad –
Y entonces apareció una nueva luz. No un destello blanco de un relámpago o los filos de los espectros mientras los iluminaba esa luz impía. No el brillo verde del sable láser de Luke, iluminando el suelo ceniciento como una linterna verde.
No, esta luz era de un azul pálido. Titiló en el aire, y efectuó un golpe brillante, lanzando lejos a los atacantes con un suave movimiento.
Era un sable láser, la hoja de un fuerte azul, y la empuñadura…
La empuñadura era transparente, no era nada salvo un resplandor azul, sostenido por una mano azul transparente.
Luke cayó hacia atrás, sobre sus codos, y jadeó ante el dolor de sus articulaciones, pero también por pura sorpresa ante la vista que tenía delante.
De pie entre él y los espectros había otra figura: un hombre con túnicas pálidas y fluidas de espaldas a Luke, con la cabeza oculta bajo una voluminosa capucha. Toda la figura brillaba con una electricidad suave, un destello brillante en ese mundo de noche interminable. Cuando el rayó volvió a caer, Luke pudo ver a los nueve espectros sólidos a través de la forma del hombre que se interponía entre ellos y su presa.
«¿Ben?»
No, no era Ben… La túnica, la forma del hombre, era…
El ser espectral alzó su sable láser, sosteniéndolo sobre su cabeza, la hoja paralela al suelo.
Por primera vez, los espectros parecieron percibir a su enemigo. Retrocedieron, nueve formas juntándose y bajando sus armas. Gritaban desde sus caras sin rasgos cubiertas de vendas, aunque Luke no estaba seguro de si era un sonido real o sólo un eco dentro de su cabeza. Era difícil concentrarse con lo que estaba viendo, el modo en que la Fuerza reverberaba alrededor de la figura azul. Toda su vista parecía concentrarse en él.
Los espectros siguieron retrocediendo y, cuando se desvanecieron, sus formas sombrías se evaporaron en un polvo que giró en un último remolino del viento moribundo.
Por un momento se hizo la quietud.
Entonces la figura azul se dio la vuelta, su sable de luz apagado.
Luke se impulsó con los codos y parpadeó.
No podía ser.
No podía ser.
La figura azul deslizó hacia atrás su capucha para revelar la fuerte y aguda cara de un joven, su mirada intensa bajo unas fruncidas cejas, una de ellas dividida por una cicatriz recta y vertical. Su cabello grueso llegaba hasta sus hombros con ligeras ondulaciones.
Anakin Skywalker extendió su mano.
Luke la cogió, y todo se volvió blanco.»
Fuente: StarWars.com
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